
Si mayo es el mes de la Virgen, agosto es el de nuestra Virgen Blanca. Ya una semana antes de su día, las calles del Casco Medieval se llenaban de los cantos de los Auroros para anunciar que estábamos en la antesala de la fiesta grande de la ciudad. En jornadas anteriores, en el museo, almacenes, capilla,… un grupo de comprometidos cofrades ponían a punto faroles, altares, ventas de recuerdos,… todo para el “Día de la Patrona”. Las novenas preparaban a los fieles en el campo espiritual. Se presentaban el programa de actos, el postre, la revista Hornacina… Las autoridades civiles y religiosas recibían a miembros de la Junta Permanente para ser informados e invitados a los actos que se llevarían a cabo. Todos mostraban su cercanía y disposición a formar parte de ellos.
De “caldear” el ambiente y poner la nota de alegría y color se encargaron los Blusas y Neskas , en su día, el de Santiago. Tras la Misa y recuerdo a los fallecidos, desplegaron sus “ganas de fiesta” por calles y plazas.
Y llegó el momento central. El nuevo Celedón y cofrade, Iñaki Kerejazu, así como el txupinazo, lo anunciaron puntualmente. En medio de saltos y jolgorio, apareció un espacio de cariño y devoción, las Vísperas a Nuestra Señora. Y tras ellas, las calles de El Ensanche, más llenas que nunca, recibieron el color y la luz de los Faroles que anteceden a la impresionante figura de La Virgen Blanca. Bella y radiante recibió aplausos y “vivas”. Como nota destacada, la presencia y presidencia de los actos del nuncio de Su Santidad, Bernardito Auza
El Rosario de la Aurora marcó el inicio del día 5. Desde la madrugada expresiones de cariño y devoción se mostraron en las calles, santuario y hornacina … .Primero en la procesión, luego en la Misa Pontifical y a lo largo de toda la jornada en las ofrendas y visitas. Nadie se olvida de la Patrona: jóvenes y niños, familias completas, blusas y neskas …Y un año más, los voces de la Coral Manuel Iradier dando realce a las ceremonias religiosas.
Y en las jornadas sucesivas la presencia de los “Celedones de Oro”, “Acogida de enfermos”, “Celedón y Edurne txiki, “Veteranos”… completaron esa continua expresión de afecto a quien reina siempre en Vitoria/Gasteiz pero especialmente durante estos días.
Con nostalgia por lo vivido y esperanza de revivirlo dentro de un año, nos despedimos en el inicio del diez de agosto con el rezo de la Salve ante la hornacina.
Muchas gracias a todos los que habéis estado en primera línea o en el anonimato preparando, manteniendo y atendiendo el complejo entramado organizativo de estos actos. Sin vuestra participación no hubiera sido posible. Eskerrik asko